Esta edificación contrasta con la precedente. También es molinera, y adaptada para la entrada y salida de carruajes de cuatro ruedas tirados por caballos percherones.
Por ello, una enorme trasera preside este edificio: el desarrollo de actividades de transporte necesita accesos espaciosos para la entrada al corral.
La vivienda del carretero, adjunta a la trasera, responde a las necesidades de su dedicación: la puerta, que abrirá un largo portal, es parte de la nave, y el resto resulta ser un anexo del zaguán de aquel.
Los ventanales están alineados con la puerta de la vivienda, a un solo lado de ella, y ambos separados por el bajante. El trabajo de forja era espectacular: todo un juego de combinados que, dentro de la sobriedad, le daba un empaque a la construcción metálica y realzaba el conjunto.
Era todo un espectáculo el que cada mañana nos brindaban los operarios enlazando las caballerías a los carruajes, proceso de enganche que suponía una identificación entre el animal y el hombre, estableciendo una comunicación en la que la voz del caballista era respondida por los movimientos de ajuste del caballo. Así, cada mañana los carruajes se dirigían a su cotidiana tarea de distribución y reparto, acercando mercancías entre diferentes poblaciones.
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