El «Bloque crítico» está organizando actos en Delicias (Valladolid) relacionados con el día de los trabajadores, el Primero de Mayo (25/4 en Plaza del Carmen a las 7pm). Delicias, tradicionalmente un barrio de obreros y combativo, con el paso de los años ha caído en el mismo letargo que el resto de la sociedad, presentándose al mundo de forma individualista y consumista, donde el papel de «receptor de servicios» configura la identidad propia antes que, entre otras, la consciencia de clase. Delicias conjura actualmente las dos nuevas realidades de los trabajadores y trabajadoras del país: precariedad y desempleo (que se ceba particularmente en los jóvenes, en los inmigrantes y en otras minorías étnicas, colectivos amplios en el barrio) y una población envejecida (todos esos trabajadores que construyeron el barrio, hoy jubilados), en parte dependiente.
El Bloque Crítico (donde están sindicatos como la CNT y CGT, además de otras organizaciones de trabajadores como Bloque Obrero y Parad@s en Movimiento de Valladolid) ha consensuado una serie de reivindicaciones (el cartel que ilustra esta entrada) que, parece increíble, se muestran hoy como necesidades básicas cuando cualquier sociedad debería cubrirlas como punto de partida para la convivencia:
- Estabilidad laboral.
- No más muertes en el trabajo.
- Por la igualdad real: los cuidados son trabajo.
- Pensiones y sanidad públicas.
- Por una vivienda digna.
- Por el reparto de la riqueza.
Caamaño-Las Viudas, Las Delicias y, en general, la Zona Este de Valladolid se encuentran entre las más deprimidas de las zonas urbanas de España (según el INE, aunque la noticia es de hace un par de años, la situación no ha mejorado y, en la siguiente entrega del informe, no se publicaron los datos por barrios); tampoco nos puede extrañar, La Junta y el Ayuntamiento reconocen que gran parte de los perceptores de la Renta Garantizada de Ciudadanía se encuentran concentrados en esta zona. Esta ayuda, no lo olvidemos, se da en situaciones extremas y no a todos los que la necesitan.
Hoy, cuando nos dicen que la crisis ya es cosa del pasado y que de ella estamos saliendo, estamos peor que hace diez años. Estamos luchando para tener las condiciones de hace una década, cuando estas tampoco eran buenas. Así, en Valladolid (provincia) nos encontramos con un paro del 14,32% (EPA 2017t4), algo por debajo del nacional (dos puntos menos) pero que supone un aumento de dicha tasa del 109,97% con respecto a una década atrás (EPA 2007t4, el paro era del 6,82%), con menos población activa (actualmente está en el 56,41%, dos puntos por debajo de la nacional) y menor tasa de población empleada. Los peores años de la crisis (como el 2013, en que se llegó a 22,03% de desempleo) parecen haber pasado, pero han dejado un rastro de pobreza que podemos palpar.
No era una cuestión de simplemente salir de la crisis, sino de cómo se salía. Y en ese epígrafe, hemos empeorado. El empleo de hoy, ese con el que la clase política saca pecho indicando que nos estamos recuperando, es peor que el empleo de hace una década; peor que el de hace dos décadas… Más trabajo temporal, peores salarios, más flexibilidad, más precariedad en general, que imposibilitan a planificar la vida, que llevan a las personas a una mera supervivencia en el día a día en vez de poder desarrollarse, personal y familiarmente. La frustración y el miedo son las notas que caracterizan una situación absolutamente endeble (todo esto, además, está bien estudiado y son efectos perversos de la nueva organización de los mercados laborales que ya avisaba Richard Sennett en la Corrosión del Carácter, libro que analizaba los efectos de la nueva realidad laboral creada tras otra crisis).
No podemos olvidar que el 57,29% de los 2,8 millones de trabajadores a tiempo parcial indican que la razón por la que tienen un empleo sin jornada completa es porque no han encontrado uno a jornada completa, son subempleados (no es un empleo que desean y se encuentra debajo de sus necesidades). Este dato contrasta fuertemente con el de 2007, hace diez años los que indicaban que esta era la razón de su contrato a jornada parcial era del 31,41%. Las brechas de género existen y no solo en los salarios, así el 71,14% de las personas que marcan como motivo de su empleo a tiempo parcial no haber encontrado uno a tiempo completo son mujeres. Cuando la razón es de cuidados, de quién tiene que elegir una jornada a tiempo parcial para el cuidado de un familiar u «otras razones familiares», de las 423,9 mil trabajadores, el 94,15% son mujeres. No es raro, el 90,34% de la población inactiva que declara que lo es por realizar «labores del hogar» son mujeres (de 3,7 millones, 3,35 millones son mujeres atendiendo la casa). Hay que repetirlo más, hay que interiorizarlo y reclamarlo: los cuidados son trabajo.
En el barrio de Las Delicias (para volver a aterrizar en nuestra pequeña realidad) sabemos bien lo que significan los cambios legislativos en materia de Sanidad, así, somos uno de los barrios que más sufre con el fin de la Sanidad Universal (tema muy trabajado por Médicos del Mundo en concreto, que un día sí y otro también denuncian los casos en que no se atienden a inmigrantes indocumentados), además de la «deslocalización» de los centros de atención médica que existían en el barrio.
De la vivienda ya hemos hablado bastante en otros documentos (por ejemplo, este sobre la realidad del barrio), en este apartado vamos a recordar el aumento de la población que tiene lugar en la zona más deprimida del barrio, en viviendas que ya eran malas cuando se construyeron, hace cincuenta años, y que hoy no tienen las condiciones mínimas para llamarlas dignas. Se suma a ello esa práctica tan extendida de las ejecuciones hipotecarias y de los desalojos de inquilinos, las viviendas vacías se extienden a la par que se ocupan manejadas por mafias, y todo por primar una deuda a una entidad bancaria (encima, muchas de ellas ayudadas por todas y todos con ese gran rescate bancario) que la vida de una familia.
618 personas murieron en el trabajo el año pasado (8 en la provincia de Valladolid). Hablamos de muertes reconocidas oficialmente como «accidentes de trabajo» (Ministerio de Empleo, avance de 2017). Los accidentes graves durante la jornada llegan a los 3796 (insistimos en los reconocidos como tales, pues es una denuncia constante las bajas laborales que se dan por «enfermedad común» o «accidente no laboral» cuando se han producido en el trabajo o a consecuencia del mismo), de los cuales 41 fueron en nuestra provincia. En general, los accidentes con baja médica han aumentado en casi el 5% con respecto al año pasado. Y, lo peor, es que son la punta del iceberg. ¿Cómo es que podemos tolerar tantas muertes y tanto sufrimiento entre nosotros? La mayoría de los accidentes laborales se deben a escasas medidas de protección, al sobreesfuerzo exigido y a la precariedad del propio empleo.
El primero de mayo es una fecha para reivindicar nuestros derechos, para salir a la calle y plantar cara a los abusos patronales y del Estado. No es una «fiesta» para descansar, sino una jornada de lucha. No dejemos que nos quiten nuestro día. «Fiesta del trabajo», con ese nombre aparece indicado como festivo en el calendario laboral aprobado por el gobierno de España y publicado en el BOE. El día internacional de los trabajadores pierde su alma y sentido si lo transformamos en una apología «del trabajo» en tono de «fiesta». El «Día del Trabajo» lo tienen en los países que se quisieron apartar, justamente, de la tradición obrera que recordaba los sucesos de Chicago. En España se mantiene la fecha «internacional» (celebrada hasta por la OIT) pero con el nombre «tocado», que no haga referencia a las y los trabajadores, sino a lo abstracto, el «trabajo». ¿Dejaremos que pase como en Estados Unidos con su día del trabajo? Aquel que JA Mella criticaba, en 1927, diciendo:
«El primer lunes del mes de septiembre es el señalado por el congreso americano y aceptado por los líderes de la American Federation of Labor como «Día del Trabajo». En él no hay protestas contra el régimen capitalista, como en los primeros de mayo. Nada habla del espíritu proletario del día. Para designarlo con exactitud deberíamos llamarlo El día de la sumisión del trabajador.» [p. 69 de «Como un leño en un incendio» (PDF), Mella].
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