Leemos en el periódico de nuestro barrio, «Delicias al día», en su número 166, de septiembre de 2017, un artículo firmado por «Redacción» acerca de la inauguración del CEAS Delicias Canterac, cuyas instalaciones, según destaca el artículo, «abren sus puertas con el reto de mejorar la atención social en una de las zonas de la ciudad con “especial necesidad”».
A continuación se despliega una batería de datos que tienen la virtud de no explicar nada de manera muy prolífica.
Empieza con cifras de lo que han costado estas instalaciones (158.677,11€), sin aclarar en qué se han gastado exactamente, ni por qué ha sido necesario el dispendio, ya que no han traído nuevos efectivos al barrio, sino simplemente han desplazado el equipo de Intervención Familiar a este nuevo enclave que antes ocupaba la Policía Municipal (la cual fue acomodada previamente en las instalaciones de un antiguo centro público de estudios, costumbre instituida años atrás con la Policía Nacional y el colegio Zúmel). Respecto a este equipo de Intervención Familiar, hace un año nos contaba la concejala, en una asamblea de barrio, que el número de sus profesionales había sido duplicado en Delicias, lo cual falla tanto en la aritmética (el doble de 5, que era el número de profesionales que había antes, no es 8, que es el que hay ahora) como en la ubicación (la Zona Este es mucho más amplia que Delicias, cerca de 30.000 personas más). Si esto no era mentira descarada, entonces el problema es más grave, nos da a nosotres.
En todo caso, nos informan de que el número de efectivos totales entre los dos CEAS del barrio es de 21 profesionales (lo que no incluye a los Animadores Comunitarios por la sólida razón de que no los hay), mientras que el porcentaje de personas atendidas entre enero y julio del año corriente se eleva al 20% del total de la ciudad. Aunque no tenemos aquí el porcentaje exacto –les invitamos a hallarlo por su cuenta–, les aseguramos que el porcentaje representado por esos 21 profesionales no se acerca ni de lejos al 20% del total de los profesionales de los CEAS de la ciudad. Tras buscarlo, juzguen si no se da una desproporcionalidad evidente.
En llegando a esta pasión, que diría el clásico, nos preguntamos qué quiere decir el alcalde al afirmar que «es voluntad de esta Corporación seguir dotando [la cursiva es mía] a nuestra ciudad de servicios sociales de calidad», antes de reconocer que el Área de Acción Social Este presenta una «especial necesidad de atención en la intervención social municipal, tanto por el número de casos existentes como por la profundidad y cronicidad de los mismos».
Supondríamos entonces que la inversión en esta zona revestiría unas proporciones ajustadas a esas necesidades, sobre todo tras informar de que en Delicias existen 580 familias con Renta Garantizada y 306 ayudas de emergencia tramitadas. Juzguen si la cantidad de 170.000€ responde a esa proporcionalidad (y que conste que no sabemos si ese montante es el que pone el Ayuntamiento más allá de las responsabilidades de la Junta de Castilla y León, que es quien tiene las competencias, algo no mencionado en el artículo). Respecto a los 276 casos de mayores dependientes y los 115 casos de menores por el equipo de Intervención Familiar no nos dan dotación económica ni nos hablan de la lista de espera (siquiera para decirnos si continúa el proceso de reducción de esta, que en noviembre de 2016 había pasado de un año a seis meses).
Respecto a la dotación que desde el Consistorio se da al tercer sector en forma se subvención, nos comunican la elevada cifra de 27.000€ anuales… lo que alcanza, bien mirado, para cubrir poco más del sueldo y seguridad social de un solo puesto de trabajo a jornada completa (y son unas cuantas las entidades del tercer sector que trabajan en Delicias).
Para terminar el festejo, nos cuentan que apoyan proyectos financiados por La Caixa para trabajar con niños y adolescentes, incluyendo trabajo de calle. Bueno, olvidan dar una información más detallada que ayudaría a entender mejor este hecho:
En primer lugar, que no lo «apoyan», sino que lo impulsan, por medio de convenios que provocan la privatización de los servicios sociales, ya que:
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El CEAS ofrecía esos proyectos, cumpliendo con sus funciones, pero los canceló hace años y ahora se los entrega a entidades privadas, cayendo en dejación de funciones.
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Que estos proyectos ya existían, paralelamente, y desde hace más de una década, entre esas entidades del tercer sector del barrio, que siempre reclamaron que el Consistorio no podía hacer dejación de funciones.
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Que La Caixa pone 50.000€, casi el doble de las subvenciones del Ayuntamiento de las que habla el artículo (cantidad que, en todo caso, parece una muestra más de cinismo para una Fundación bancaria dueña de un banco, CaixaBank, que, según el diario.es, ha recibido 6.475.000.000€ de manera indirecta, al comprar entidades financieras previamente inyectadas con dinero público como Banco de Valencia o Banca Cívica; con ese dinero, cuya mayor parte no va a devolver, pueden sufragarse casi 13 años de «obra social», acompañada de toda la publicidad «moral» gratuita que así se hace).
En resumen, el alcalde inaugura un CEAS en el que se gasta casi tanto dinero como en ayudas a la gente y promueve la privatización de los servicios sociales, todo esto a bombo y platillo.
Y ¿cuál es la excusa que ofrece el Consistorio cuando le presentas estas objeciones? Básicamente dos:
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La ley Montoro, que no nos permite contratar.
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No es nuestra responsabilidad, cuéntenselo a la Junta de CyL, nosotros ya ponemos más dinero de lo que deberíamos.
Pues muy bien. Un aplauso, y a seguir presumiendo en la prensa hasta que veamos a nuestro ínclito alcalde de Ministro del Interior, que para esto de aprobar normativas represoras ya hemos comprobado su valía.
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Una pequeña precisión: no queremos que parezca que cargamos contra el periódico Delicias al Día, esa misma noticia ha aparecido en varios medios, con más o menos el mismo contenido, reproduciendo en todos los casos los datos dados por el ayuntamiento sin contextualizarlos o indicar las variaciones con respecto a otros años, en muchas notas siquiera han comentado que se trata de un desplazamiento de unos trabajadores de un sitio a otro dentro del mismo barrio. El periodismo, incluso en algunos medios alternativos, en esa carrera por llenar páginas, acaba transformándose, en casos como este, en un mero transmisor de los mensajes gubernamentales, haciendo un flaco favor a la libertad de información en sus dos vertientes. Cuando menos. Pero este ya es otro debate.
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